Dos tramos, las dos especiales que conformaron el segundo bucle del miércoles, le bastaron a Loeb para definir al duelo que comenzaban a vislumbrar ya los aficionados; para dejar sentenciada sin peros de ningún tipo su séptima y, probablemente, última victoria en el Monte-Carlo. Porque se supone que este año, una vez concluya los tres rallyes adicionales en los que tomará la salida esta temporada, retirará definitivamente la sombra tan alargada que lleva proyectado sobre el Mundial de Rallyes desde hace casi una década. Claro que con el alsaciano nunca se sabe...
Reafirmándose por infinita vez como el más avispado y pícaro de la clase, Seb, consciente de que el orden de salida sería un factor determinante en las segundas pasadas por Le Moulinon y Burzet teniendo en cuenta la cantidad de tierra que se iba mezclando con la masa de nieve y escarcha que cubría el asfalto conforme iban pasando los coches, y que su perseguidor partía octavo a los tramos, se vacío en esas dos especiales, ofreciendo la mejor versión de sí mismo al aguerrido público. Y fue así como estiró cual chicle la pírrica ventaja de 6"7 que mantenía sobre Ogier a mediodía hasta alcanzar una contundente diferencia de 1´20". Eso en solo dos tramos. Normal que se le congelase la sonrisa a su perseguidor, que captó perfectamente el mensaje callado que le envió su tocayo y despidió de golpe sus ansias de batallar. A partir de entonces, pare usted de contar...
Un preciado trofeo por el que también tiene muchos visos de poder luchar Dani Sordo. Este Monte-Carlo no fue fácil para el piloto español, que apenas había podido probar sobre nieve con su nuevo DS3 WRC. Además, por mucho que tuviese claro que debía terminar a toda costa, la presión a la que le sometió Novikov el jueves, y, sobre todo, el viernes, fue difícil de digerir. Pero supo mantener la calma, devolverle esa pesada carga a su rival, hasta que, finalmente, fue el joven moscovita el que cortocircuitó y cayó derrotado al arrancar una rueda en el primer Turini. Por tanto, trabajado y merecido podio para Dani, que fue capaz de colocarse holgadamente por delante de su compañero Hirvonen en su primer rallye desde que ha regresado a Citroën. La actuación del finlandés se fue tiñendo de gris conforme iban pasando los tramos y, francamente, dejó bastante que desear. El año pasado ya le había costado coger el ritmo en su estreno con el DS3 WRC. Pero este año la cosa empeoró más, hasta el punto de que hubo momento en los que ha estuvo totalmente bloqueado... Quizá le afectase psicológicamente el accidente que sufrió en los últimos tests. A lo mejor le perjudicó que a causa de ese golpe se quedara sin oportunidad de probar y ajustar su montura para la nieve y el hielo que finalmente protagonizaron esta edición del 'Monte'... Pero, desde luego, debe dar un espaldarazo a la voz de ya, sobre todo anímicamente ahora que viene un rallye muy propicio para él como Suecia, si quiere ejercer esa etiqueta de favorito al título que muchas voces le achacan en base a su regularidad.
Al menos, al final tuvo suerte y acabó entrando quinto tras los abandonos en el Turini de Novikov y de su compatriota Latvala. El finlandés, última incorporación de Volkswagen, lo pasó mal durante las primeras etapas: erró reiteradamente con los reglajes, pinchó dos veces, tuvo varias libradas... No había manera de que encontrase la configuración que necesitaba para atacar con confianza al volante de su nuevo Polo R WRC. Y, cuando por fin dio con la ecuación, como puso de manifiesto con un plausible segundo registro en el Sisteron, hizo de las suyas nada más salir al Turini, atizándose una buena bofetada que dejó bastante maltrecha su recién estrenada montura y no le dejó en muy buen lugar que digamos ante sus nuevos jefes... Aunque fue precisamente en las zonas con nieve donde más le costó encontrar el ritmo, tendrá que hacer examen de conciencia y prepararse para salir a por todas en Suecia si no quiere perder ya de entrada, por sus propias cuitas, la equidad de trato respecto a Ogier que le han concedido sus jefes.
Entre las erratas de Latvala y Hänninen -empotrado también en la primera pasada por el Turini cuando estaba cerca de sumar a la alegría de su primer scratch mundialista una séptima posición que le hubiese sabido a glorio en su debut con un Ford Fiesta RS WRC-, y los deslices de Novikov y Ostberg -quien dobló una llanta y una pinza de freno en la segunda pasada por el Turini, a la postre, el último tramo del rallye-, finalmente la quinta plaza correspondió a un piloto de la casa como Bryan Bouffier, autor de un rallye muy inteligente en la medida de sus posibilidades, y, sobre todo, de un tiempazo en el Turini, donde marcó su primer scratch en el Mundial en su estreno con un Citroën DS3 WRC por unas ventajas enormes -29"1 con Ostberg, 49"2 con Ogier, 52"7 sobre Loeb-.
Esas fueron las principales secuencias de la película de un Monte-Carlo aderezado por la nieve, el hielo y las comprometidas elecciones de neumáticos que ha tenido, verdaderamente tintes de otras épocas, cuando aún no se dejaba ver por el Mundial ese tal Seb que, pese a haber pactado ya su despedida del Mundial, sigue abrumando como antes. Como siempre. Todo sea que gane en Suecia y acabe decidiendo intentar redondear su áureo palmarés con una décima corona inédita...